PARABOLA HUMANA TRASCENDIDA
Jean Aristeguieta desde la adolescencia consagrada por ímpetu ferviente a la poesía, «al culto de las Musas» como se decía en los cánones románticos. Ella misma se ha reflejado como una romántica surrealista o viceversa.
Exploradora de los enigmas, filones, de la actividad poética, ha residido siempre en los montes de la vida donde todo se da —hasta la consumación— por la fe visionaria.
En la dilatada extensión de su obra creadora Jean Aristeguieta ha llegado al punto en que necesitaba hacer una «Antología» en la cual ella misma fuera juez y parte. Porque nadie en poesía como quien la oficia, para calibrar, comprender y abarcar las vertientes de ese amoroso esfuerzo permanente. Esta idea llegó al punto en que la interrogante del planteamiento por las estancias imaginativas —pues este ejercicio es de orden emblemático—, necesitó y aspiró situarse en el ámbito de la autodeterminación: debe ser el poeta quien a lo largo de todos los ciclos asuma la responsabilidad de realizar la escogencia de su labor.
Desde hace tiempo a Jean Aristeguieta le ha obsesionado el dilema de que su fe consciente, su religión en —por— para la poesía fuera a quedar a mercad de otros criterios en el instante de cumplir un trabajo catalogador de la obra hecha. Así pues, con auténtica plenitud asumida por su propio discernimiento ha acometido el presente empeño de imprimir lo que ella considera nítidamente su legado hasta este año de 1979. Es un memorial abierto frente a la vigilancia del daimon sacralizado, intuición e intelección, ante cuyo fondo, otros textos publicados que no estén insertados aquí, deben considerarse ilegítimos, por deseo implícito y explícito de Jean Misteguieta.
Está ante su convicción y derecho indeclinables. En la hora de todas las responsabilidades, ilusiones, nostalgias, está inmersa en la «ebriedad del delirio». Allí, desde esa pulsación identificada con su voluntad, debe recibirse este libro que compendia el espiritualismo de su realidad.
No solamente tacha, olvida, deja a un lado, las demás composiciones que no aparecen en esta edición, sino que las da por totalmente clausuradas. En consecuencia, ruega atender esta posición estética cuyo símbolo es su propia existencia consagrada al fuego del misterio poético. Como una digna parábola humana, trascendida.
Para el futuro que Dios quiera, queda su «libro inacabable», ya que su entrega al quehacer poético funciona entrañablemente.
EDICIONES RONDA
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