miércoles, 28 de noviembre de 2012

Gente que hace escuela


(Incluimos este libro porque en el mismo aparece la antropólogo bolivarense Nalúa Silva entre los 32 maestros venezolanos selecciondos que dedican y han dedicado su existencia al hacer y saber pedagógico)


 Este 22 de noviembre (2012) fue bautizado el libro Gente que hace escuela, un ambicioso proyecto editorial de Banesco Banco Universal y Artesano Editores que reúne 32 historias de venezolanas y venezolanos que han dedicado su vida a formar y abrir horizontes en ámbitos tradicionales y no tradicionales del hacer y del saber.
 Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de la Junta Directiva de Banesco, expresó que “Gente que hace escuela se propone indagar en ese intangible que es la sensibilidad del pedagogo. Cada una de las treinta y dos entrevistas que conforman este libro se propone aproximarse al secreto, entrever lo que hay dentro de esa nuez personal, que es la historia de vida, la vocación, la convicción presente en venezolanos de todas las regiones, que han escogido un modo de vivir: compartir lo que saben con los demás”.
En palabras de Antonio López Ortega, Gente que hace escuela es la construcción de una cartografía de las almas, “de los seres que sueñan, imaginan y, por lo tanto, construyen o cambian realidades. Un país de rostros humanos, un país de potencialidades, un país de lo que podemos generar cuando los consensos nos alcanzan”. Según López Ortega, los destinos que se relatan son modélicos porque cada uno de estos personajes “optó por la vida, por el crecimiento, por la obra, por la necesidad de trascender su tiempo y asomarse a una dimensión ultraterrena, que es el afán último de la condición humana”.
 Se trata de venezolanos y venezolanas, ya sea nacidos en nuestra tierra o que vinieron a hacer de este su país, como Nelson Méndez (chef experto en cocina amazónica); Hong Ki King (pionero de la práctica del tae kwon do); Salvador Rodrigo (fundador Niños Cantores de Villa de Cura); Arriz Domínguez (profesor y cultor apureño); Rolando Hernández (dermatólogo, escritor e investigador); Nalúa Silva (antropóloga); Nina Nikanorova (instructora de ballet); José Antonio Pereira (educador); Oswaldo Brito (médico y artista popular); Rodolfo Briceño (bombero y médico), Franklin Rojas (ambientalista y presidente de Provita); Luis Ugalde (educador y ex rector de la UCAB); Olga Camacho (cultora del tambor coriano); Jesús Aguilera (cultor y preservador de los toros coleados); Gustavo Salas (líder del movimiento cooperativo larense); Alejo Hernández (productor agropecuario); John William Páez (dirige una academia infantil de fútbol); Ivonne Carnevali (fundadora de la Escuela de Turismo); Gerry Weil (músico y formador de generaciones de jazzistas); Ligia de Gerbasi (fundadora de la Escuela de Vecinos); Domingo Rogelio León (experto en literatura oral); Milton Martínez (empresario); Fernando Cervigón (fundador y director del Museo Marino); Carmen Teresa Morillo de Montesinos (enseñanza musical y la promoción cultural); Irma Rosa Espinoza (artesana y alfarera); Luis Hernández Contreras (abogado, músico, historiador y literato); Francisco González Cruz (fundador y actual rector de la Universidad Valle del Momboy); Catana Flores (artista, elabora vitrales con productos reciclados); Céfora Contreras (fundadora del Ateneo José María Vargas); Esteban Graterol (docente en música tradicional afrovenezolana), Lía Bermúdez (artista y promotora cultural) y Domila Echeto (educadora de origen wayúu).
 El libro surgió de la idea de identificar ejemplos sociales que están más allá de alguna coyuntura histórica. Se quiere destacar a personajes que, en medio de las dificultades, formaron o legaron conocimientos a los otros.
 “Fue un arduo trabajo de identificación y ubicación de los personajes, bajo una premisa que debía mantener equilibrios de género, edad, oficio y representación territorial. La selección se detuvo en treinta y dos personajes, con al menos uno por estado, y a partir de allí comenzamos a seleccionar a los periodistas y los fotógrafos, asegurando que fuesen de la misma entidad regional del entrevistado”, dijo López Ortega.
 Para López Ortega, gracias al esfuerzo que conllevó la producción del libro se ha recorrido el país de otra manera: a través de la cartografía de las almas. A su juicio este país es el de “rostros humanos, un país de potencialidades, un país de lo que podemos generar cuando los consensos nos alcanzan. Veamos las miradas de estos personajes, escuchemos sus palabras, admiremos sus huellas de vida, entendamos sus intimidades, compartamos sus momentos de dicha y sufrimiento”




 Este 22 de noviembre fue bautizado el libro Gente que hace escuela, un ambicioso proyecto editorial de Banesco Banco Universal y Artesano Editores que reúne 32 historias de venezolanas y venezolanos que han dedicado su vida a formar y abrir horizontes en ámbitos tradicionales y no tradicionales del hacer y del saber.
 Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de la Junta Directiva de Banesco, expresó que “Gente que hace escuela se propone indagar en ese intangible que es la sensibilidad del pedagogo. Cada una de las treinta y dos entrevistas que conforman este libro se propone aproximarse al secreto, entrever lo que hay dentro de esa nuez personal, que es la historia de vida, la vocación, la convicción presente en venezolanos de todas las regiones, que han escogido un modo de vivir: compartir lo que saben con los demás”.
En palabras de Antonio López Ortega, Gente que hace escuela es la construcción de una cartografía de las almas, “de los seres que sueñan, imaginan y, por lo tanto, construyen o cambian realidades. Un país de rostros humanos, un país de potencialidades, un país de lo que podemos generar cuando los consensos nos alcanzan”. Según López Ortega, los destinos que se relatan son modélicos porque cada uno de estos personajes “optó por la vida, por el crecimiento, por la obra, por la necesidad de trascender su tiempo y asomarse a una dimensión ultraterrena, que es el afán último de la condición humana”.
 Se trata de venezolanos y venezolanas, ya sea nacidos en nuestra tierra o que vinieron a hacer de este su país, como Nelson Méndez (chef experto en cocina amazónica); Hong Ki King (pionero de la práctica del tae kwon do); Salvador Rodrigo (fundador Niños Cantores de Villa de Cura); Arriz Domínguez (profesor y cultor apureño); Rolando Hernández (dermatólogo, escritor e investigador); Nalúa Silva (antropóloga); Nina Nikanorova (instructora de ballet); José Antonio Pereira (educador); Oswaldo Brito (médico y artista popular); Rodolfo Briceño (bombero y médico), Franklin Rojas (ambientalista y presidente de Provita); Luis Ugalde (educador y ex rector de la UCAB); Olga Camacho (cultora del tambor coriano); Jesús Aguilera (cultor y preservador de los toros coleados); Gustavo Salas (líder del movimiento cooperativo larense); Alejo Hernández (productor agropecuario); John William Páez (dirige una academia infantil de fútbol); Ivonne Carnevali (fundadora de la Escuela de Turismo); Gerry Weil (músico y formador de generaciones de jazzistas); Ligia de Gerbasi (fundadora de la Escuela de Vecinos); Domingo Rogelio León (experto en literatura oral); Milton Martínez (empresario); Fernando Cervigón (fundador y director del Museo Marino); Carmen Teresa Morillo de Montesinos (enseñanza musical y la promoción cultural); Irma Rosa Espinoza (artesana y alfarera); Luis Hernández Contreras (abogado, músico, historiador y literato); Francisco González Cruz (fundador y actual rector de la Universidad Valle del Momboy); Catana Flores (artista, elabora vitrales con productos reciclados); Céfora Contreras (fundadora del Ateneo José María Vargas); Esteban Graterol (docente en música tradicional afrovenezolana), Lía Bermúdez (artista y promotora cultural) y Domila Echeto (educadora de origen wayúu).
 El libro surgió de la idea de identificar ejemplos sociales que están más allá de alguna coyuntura histórica. Se quiere destacar a personajes que, en medio de las dificultades, formaron o legaron conocimientos a los otros.
 “Fue un arduo trabajo de identificación y ubicación de los personajes, bajo una premisa que debía mantener equilibrios de género, edad, oficio y representación territorial. La selección se detuvo en treinta y dos personajes, con al menos uno por estado, y a partir de allí comenzamos a seleccionar a los periodistas y los fotógrafos, asegurando que fuesen de la misma entidad regional del entrevistado”, dijo López Ortega.
 Para López Ortega, gracias al esfuerzo que conllevó la producción del libro se ha recorrido el país de otra manera: a través de la cartografía de las almas. A su juicio este país es el de “rostros humanos, un país de potencialidades, un país de lo que podemos generar cuando los consensos nos alcanzan. Veamos las miradas de estos personajes, escuchemos sus palabras, admiremos sus huellas de vida, entendamos sus intimidades, compartamos sus momentos de dicha y sufrimiento”


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