Prólogo
Ediciones Al Sur publica éste, el vigésimo
libro de Luz Machado,
siguiendo el loable propósito de darle sentido de permanencia a los valores literarios de la
región. Ella, deshojando
un tanto la flor blanca con corazón amarillo, se decidió por estos copulados sustantivos
lustrales: "Imágenes y
Testimonios". Nos parece bien, porque se trata de un texto donde la virtuosidad de la
palabra hace posible
el rescate de vivencias que parecían extraviadas en los pliegues de una memoria saturada de infinitas
percepciones.
No tiene que ver con la Poesía, género que
absorbe toda la majestad intelectual
de esta distinguida dama angostureña desde que dejó atrás una adolescencia signada por los misterios de
la selva y los cambios enigmáticos del gran río. Un río que se desborda siempre en las praderas de sus sueños
y que la invitaba a pasear por las estatuas que el viejo Amalivac de los
Tamanacos esculpió sobre la inconmensurable extensión de su cuenca.
La Poesía pura hace mutis aquí en este libro
familiar aunque, en ocasiones
ineludibles, se asoma para imprimirle elegancia a la imagen y al testimonio de un
tiempo en que las niñas jugaban con muñecas de cristal o porcelana y la creación del mundo infantil
podía lúdicramente extenderse hasta la propia orilla del Río Padre, siempre próximo a la casa y visto desde cualquier
ángulo de la dudad empinada. Desde la orilla, el guijarro lanzado con destreza podía, antes de hundirse, recorrer largo
trecho saltando como niño avieso y travieso sobre el manto líquido que riega y discurre sin cesar. Eran otros tiempos!
El poeta vive y siente el impulso de eternizarse en la poesía, pero sin olvidar al lector universal del
que hablaba Jean Paul Sartre y el cual no tiene acceso a la
literatura depurada. De allí que la poeta asuma en ocasiones el lenguaje del periodista para acceder al gran
público, por lo menos al de la patria chica y señalarle cosas que aunque
vinculadas a la vivencia personal, son de
ellos, son de todos.
La Casa de las doce Ventanas, de su tatarabuelo prócer de la
Independencia, es de todos, es de la nación entera,
no sólo porque fue levantada expresamente para él como regalo de sus
hijos, sino por el lugar donde fue construida
y por el valor de su línea arquitectónica. Allí en la puerta principal
está la "M" de los Machado y en su interior
las celosías pendientes del acontecer del río y de la dirección de la brisa que ha de ventilar los
muros singulares de la casa.
Se consigue aquí en esta obra una descripción
integral y bien documentada del histórico inmueble donde el
aire andaluz se filtra por los sugestivos ventanales, así como los acaecimientos públicos y familiares que se han
venido sucediendo hasta nuestros días. El inmueble está dentro del Casco urbano declarado Monumento Público
Nacional en 1976 como están otros
valores arquitectónicos que no por
su ubicación en el centro dejan de tener per se un valor histórico cuando no artístico. Tal el hoy Palacio
Municipal, ayer Hospital Mercedes y Caridad y finalmente Ruiz y Páez. En ese Palacio de dos grandes alas de doble
nivel, enlazadas por un puente singular sobre la calle Igualdad o
antigua calle Fajardo, funcionan el
Ayuntamiento y la Alcaldía y como
rama de ésta la Dirección de Cultura que dispone de sala para teatro y conferencias, galería de artes
visuales y un espacio para el pensamiento que lleva el nombre de la autora del
libro. Se llama al comienzo Taller Literario y ella en su discurso el día de la inauguración sugirió el de Espacio
Literario por razones fácil de entender en el discurso que en el libro se halla
inserto. Al Premio Nacional de Literatura "Alfredo Alfonso" creado por la Dirección de
Cultura de la Gobernación del Estado Bolívar
y adjudicado a ella en 1995, se refiere en capítulo aparte deslindando
lo que fue su nombre literario cuando casada
y lo que ha sido y es después de su divorcio a partir de los años sesenta.
Asimismo hilvana al correr de la pluma otras apreciaciones que tienen
directamente que ver con la noble casa que se mantiene en pie desde la fundación de la ciudad, insigne casa donde su tatarabuelo firmó junto con los demás congresantes de 1819 la Ley Fundamental de
Colombia y donde por excelsa coincidencia le ha tocado a ella recibir no sólo este premio sino homenajes anteriores como
el de la condecoración Orden
Congreso de Angostura.
Por último inserta un capítulo ya publicado en sus Crónicas sobre Guayana, referente al Museo
Talavera dirigido por su padre José Gabriel Machado y fundado junto con él por Monseñor Miguel Antonio Mejía.
El primer Museo que tuvo la Ciudad
inaugurado en 1941 con motivo del centenario de la terminación e
inauguración de la Catedral y que tan funesto destino le asignaron los encargados de ser- curadores de la ciudad y sus
bienes más preciados.
El Museo, desaparecido paradójicamente -en
los albores de la actual etapa
democrática, exhibía objetos cerámicos y líricos de nuestra raza aborigen, reliquias del tiempo colonial, documentos, armas, piezas numismáticas,
muebles y otros objetos vinculados con la historia regional y sus protagonistas.
Luz Machado, manejando con soltura esa prosa
ligera y familiar con la cual ha logrado
sustraerse a ratos del lenguaje poético,
toca la mera y sencilla realidad de las cosas vinculadas
con la historia, las tradiciones y costumbres y resalta al final en homenaje a su padre de figura franciscana, la corta existencia de aquel heterogéneo Museo
realizado con esfuerzo y tesón, sin otro antecedente y sin otra motivación que la voluntad generosa, altruista,
de quienes sintieron y quisieron a esta
tierra con la misma intensidad que hoy sienten emular sus herederos.
Américo Fernández
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