Liminal
Creía que después de Percepciones Existenciales no habría otro libro. Sin embargo, con Entorno de una Existencia, el primero pasa a ser en vez de último, penúltimo, gracias a que el hombre no quiso detenerse en el presente sino que reanudó su diálogo hurgando en lo profundo del pasado, de donde rescata del olvido a su ascendiente más lejano venido de ultramar como tantos europeos del Mediterráneo deslumbrados por el río que guarda los arcanos del albóreo Amalivac
Su más lejano ancestro, instalado en tierra orinoquense, era un Barbot que manejaba bien las tijeras y confeccionaba trajes a la medida. Y un día, entre flechas y rosas, el Barbot se mezcló con el Labadie y una descendiente Barbot-Labadie con un Perfetti Massei que casi difumó el destino del primer apellido para darle primacía en el tiempo al Perfetti, multiplicado tantas veces conforme a los principios del linaje de la procreación sin que haya podido escaparse por los recodos del río este Camilo tan poco devoto de San Luis y San Ramón y que ahora nos sube por las ramas de su árbol genealógico, penetrando otras frondosidades para trinar su propia historia y la de los que de alguna manera se insertan o rozan en su circunstancia.
Y aquí está en cuerpo y alma él y los demás, vale decir, los de sus afectos y sus odios porque, Camilo, como buen guayanés desciende de corso, sabe querer, pero también aborrecer. Aborrece todo lo que no cuadra con sus propios patrones de conducta tradicional, pero sin llegar a la violencia, ésta la deja a quienes no lo aceptan o toleran. En todo caso, siempre lo encuentran armado de la palabra. Para odiar usa el filo de su lengua viva, oportuna y desconcertante. No sé si ligarlo con Nash en este reproche a su hijo: "Cualquier chiquillo en la escuela puede amar como un botarate; pero el odio, hijo mío, es un arte'
Américo Fernández
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